Texto descriptivo
A diario me aventuro por mi ciudad, viendo edificios simples y sin alma, es allí donde me doy cuenta que sus habitantes hacen la esencia de la ciudad. El corazón, tradicionalmente visto como el centro de la vida, bombea la sangre en nuestro cuerpo, en este contexto se convierte en el epicentro emocional de la ciudad.
Las venas que parten del corazón no solo conectan físicamente los diversos elementos urbanos, sino que también representan el flujo de creatividad, arte, pasión y humanidad que las personas aportan a la ciudad. Cada uno de nosotros, con nuestras experiencias, alimentamos a la ciudad, desarrollando su verdadero carácter. Es esto lo que convierte a la ciudad en un mosaico de vida, un lienzo donde cada uno de nosotros contribuye con una pincelada única, cada rincón es mágico.
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