Gabriela Larios Bautista

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Texto descriptivo

Cuando crecemos, hay lugares que se quedan en nuestra memoria para siempre. Nos acompañan a todos lados; aunque cerremos los ojos, sabemos cómo se ve el paisaje desde nuestra casa, las calles, dónde está algún lugar, los sonidos, el tráfico, la distancia que hemos recorrido. Todas estas cosas fluyen en nosotros de manera natural, casi automática; son parte de nosotros. Yo sé lo que mi ciudad Merliot, al poniente de El Salvador, significa para mí: es la cuna en la que crecí, un lugar que te envuelve en sus calles como pasadizos secretos en un océano de casas pequeñas, los atardeceres más hermosos del mundo, los crujidos en los tejados por las noches, donde todo está a la vuelta de la esquina, y donde se encuentra un hogar para siempre.

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